24 de abril de 2011

Crónica de Viaje: Chiapas 3

¡Ahí te va!


La tercera y la última...




    A la mitad del viaje, es decir a las síes de la mañana del día lunes, tomamos camino para adentrarnos en la Selva Lacandona; en donde grandes ciudades Mayas nos esperaban para asombrarnos con las historias que custodian sus majestuosas construcciones y su colosal belleza.

Carretera a Palenque, Chiapas. Autor Paloma Oseguera.  
    Fueron seis largas horas de camino, durante las cuales fuimos haciendo paradas en diferentes sitios. Primero pasamos por Oxchuc, en donde se habla la lengua tzetzal, recorriendo kilómetros enteros de curvas y topes. Al llegar Ocosingo hicimos un receso para desayunar y posteriormente visitar las hermosas cascadas de Agua Azul.  El turismo que visita estas caídas de agua está conformado por turistas y por un incontable mundo de gente que vive en los alrededores. Las aguas son frescas y cristalinas, parecidas a las que fluyen en la cascada Velo de Novia; y es por esto que dicho sitio se ha convertido en un espacio de nado, que cuando se llena demasiado apadrina tintes de balneario.

Cascadas de Agua Azul, Chiapas. Paloma Oseguera. 
  
  Después de secarnos y ponernos ropa limpia, volvimos a retomar nuestro camino en la carretera selvática. El calor comenzaba a hacer presencia conforme íbamos descendiendo al clima semi- tropical; y las famosas chicharras o cigarras (¡Insectos muy ruidosos!) comenzaron a retumbar en nuestros oídos, listas para acompañarnos durante las próximas 48 horas y dejar descansar nuestros oídos hasta que abandonáramos Chiapas y llegáramos al estado de Tabasco.



Cascadas de Agua Azul, Chiapas. Paloma Oseguera.

   Para comer y recuperar las energías, mi estómago recibió y mi paladar degusto un delicioso pero exuberante pescado a la Misol-Ha, un platillo servido con tocino, jamón, piña, arroz, ensalada y por supuesto, el pescado ¡Para no comer en dos días! Pero claro, eso no sucedió, ya caída la noche me volví a agasajar con otro gran banquete. Y como este platillo se llama la tercera cascada que visitamos. Linda, pero nada muy sorprendente.


  ¡Palenque era nuestro gran destino! Y por fin llegamos…pero tarde, el sitio arqueológico cierra demasiado pronto y sólo se nos permitió estar ahí un par de horas. Claro que pudimos apreciar el Templo de la Inscripciones (en el cual se encuentra un sarcófago monolítico que guardaba los restos del Rey Pakal) y El Palacio; dos de los sitios más importantes de esta zona nombrada Patrimonio de la Nación.

Palenque, Chiapas. Autor Paloma Oseguera.
   Bonampak y Yaxchilán fueron nuestros siguientes destinos, y el tiempo de camino para llegar a dichas zonas arqueológicas fue igual que siempre, extenso.  Las camionetas en las que nos transportaban eran la ideales para dichos recorridos; el asiento de copiloto, el mejor para hacer preguntas (al guía, quien conducía) y observar. Pasamos diversos poblados donde los habitantes eran “mestizos”, según me explicaba Héctor, nuestro guía asignado para ese día. Los niños se plantaban a la orilla de la carretera para pedir dinero o vender algún producto y las mujeres caminaban con sus vasijas llenas de agua postradas en su cabeza, manteniendo un equilibrio perfecto.

Murales de Bonampak, Bonampak, Chiapas.
Autor Paloma Oseguera. 
  La antigua ciudad de Bonampak es de un tamaño muy reducido, pero guarda en el interior de sus edificios un gran tesoro: murales. En esta zona habitan los lacandones, quienes físicamente no son nada parecidos a los chamulas, ni a los choles, ni a ninguna de las etnias que habitan el Los Altos de Chiapas. Ellos visten con túnicas: las mujeres, túnicas estampadas; y los hombres, túnicas lisas, generalmente blancas. Son diferentes ya que son originarios de Yucatán y emigraron  huyendo de las colonias españolas.

  
  Yaxchilán, tierra de piedras verdes, está ubicada a un lado del Río Usumacinta, justo en la frontera con Guatemala. La única barrera que divide a estas dos naciones es este rio, y al navegar por una hora no pudimos encontrar ni un obstáculo que impida la entrada a uno u a otro. Este sitio arqueológico, también ubicado entre la selva, es el que más se encuentra en ruinas de los tres que visitamos. La mayoría de sus edificios están cubiertos por flora selvática y los llamado monos aulladores aún reclaman su territorio sorprendiendo a los turistas con sus fuertes aullidos.

Niños lacandones, Bonampak, Chiapas. Autor Paloma Oseguera.
  El viaje por Chiapas finalizó así. El último día dejamos atrás a este hermoso estado para visitar el parque La Venta (en donde vimos la cabeza Olmeca) en la ciudad de Villahermosa, Tabasco: “Villahermosa, la ciudad de las dos mentiras, porque ni es villa ni es hermosa”, según nos repitieron varias veces los múltiples guías que nos atendieron durante el viaje; y para tomar nuestro vuelo de vuelta a la Ciudad de México, “ciudad de vanguardia”.

  A mi parecer, Chiapas es el estado de la República Mexicana con más diversidad. Es una lástima que del 100% del turismo que lo visita, únicamente el 5% sea de turismo nacional.  Es muy interesante conocer otros lugares del mundo, pero también es importante conocer nuestro país y considerar como destinos turísticos otras regiones del país que no sean playas (Cancún, Acapulco, Los Cabos Huatulco, Puerto Vallarta, etc.). 

  Chiapas, casa de la chía, el cochito, el Cañón del Sumidero, la Selva Lacandona, Palenque, Bonampak, del chol, el tzotzil, el tzetzal, el lacandon, etc., es uno de los tantos orgullos de nuestro país. Yo me enamore. ¡Los invito a conocerlo!

22 de abril de 2011

Crónica de Viaje: Chiapas 2

¡Ahí te va!


Segunda parte...






  Antes de realizar escritos sobre San Cristóbal de las Casas me permitiré narrar lo observado y percibido en dos pueblos cercanos a este lugar: San Juan Chamula y Zinacantán.

Mujer tzozil de San Juan Chamula, Chiapas. Autor Paloma Oseguera
  Como mencioné anteriormente, en Chiapas existe un sincretismo religioso muy vasto, y es en San Juan Chamula en donde se puede apreciar de manera más explícita. Al arribar a este pueblo, los caxlanetik (hombres blancos) fuimos advertidos de la importancia de no fotografiar absolutamente nada, a menos de que fuera permitido; en caso de hacerlo se es castigado por los habitantes: te quitan la memoria de la cámara, te cobran un multa y te encarcelan 72 horas, si bien te va; hay a quienes los amarran y los arrastran por todo el pueblo…según dicen.
 
  Al abandonar el autobús y comenzar a aplanar las calles de este pequeño poblado, pude observar la presencia de construcciones modernas y otros componentes de la industria y el sistema occidental en cada rincón, ocasionándome un desconcierto inmediato, ya que no era lo que yo imaginaba. Pero lo interesante estaba por venir…

Templo de San Juan Chamula, Chiapas.
Autor Paloma Oseguera.
  Los habitantes de San Juan Chamula, en donde se practica la agricultura, son católicos tradicionalistas, y es en su templo en donde habita la magia. Al incorporarse en la iglesia el shock cultural penetra de golpe.  Los santos  (entre ellos San Juan Bautista, San Pedro y San Sebastián) rodean el interior, decenas de velas encendidas decoran la superficie, los indígenas hacen oraciones y realizan rituales haciendo uso de huevos, pox (fermentado de caña), Coca-Cola y gallinas, las cuales degollan ahí mismo. Las prácticas religiosas de esta comunidad no se asemejan a las que nosotros conocemos. En esta iglesia no se oficia misa y no hay sacerdote, sino ilol. El templo de San Juan es el único en su tipo.

  Fue entonces cuando comprendí lo valioso de esta cultura. No importa que adopten ciertos elementos materiales de la modernidad, siempre y cuando no rompa o atente contra su cultura religiosa; y si lo hacen la adaptan a esta. En este pueblo está plasmada la fusión de dos culturas. Los chamulas esculpen su identidad día a día respetando sus tradiciones con devoción.

Niña tzoztil de Zinacatlán, Chiapas.
Autor Paloma Oseguera
  Al abandonar San Juan Chamula nos dirigimos a Zinacantán, pueblo que se encuentra a tan sólo quince minutos.  Separados por una montaña, los chamulas y los habitantes de este pueblo floricultor, tienen múltiples diferencias. A pesar de que ambos son pertenecientes a la etnia tzozil, su vestimenta y su cultura religiosa son  distintas. Los cambios de poblado a poblado son en ocasiones radicales; la diversidad cultural y religiosa es la principal característica de los Altos de Chiapas.

  ¡Por fin San Cristóbal de las Casas!  Nos hospedamos durante tres noches en uno de los hoteles de este famoso pueblo mexicano que muchos extranjeros han ya adoptado como hogar, en donde la moda hippie se mezcla con la vestimenta indígena. En este lugar cargado de gente y de tráfico se aprecia una gran variedad  arquitectónica en las casas que poblan sus calles.

   El piso en forma de adoquín pero hecho de piedra, contrasta de una manera bastante peculiar con el tono multicolor que la gente y los edificios le brindan. Sus calles están llenas de indígenas que fueron expulsados de su comunidad por adoptar otras religiones; y cafés, bares y restaurantes reciben y entretienen a los turistas.

   San Cristóbal cuenta ahora con todo lo necesario para vivir. Hay señal telefónica, internet, supermercados y restaurantes que sirven desde tacos y tamales hasta pizza y comida china.  Aunque tiene aspectos negativos, como grafitis en cada rincón, aplanar sus calles tanto de día como de noche se convierte en una actividad fascinante. Yo bautizo a este pueblo, como la capital de la diversidad en México
San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Autor Paloma Oseguera
Espera la tercera parte...





21 de abril de 2011

Crónica de Viaje: Chiapas

¡Allí te va!


 Primera parte...


  Desde que uno baja del avión, un calor especial invade la piel y la humedece; es entonces cundo se tiene el primer contacto con Chiapas, casa a de la ciudad Maya: Palenque.

  Hace poco tiempo aprendí que la mejor manera de viajar y penetrar en la cultura de un lugar es por cuenta propia y caminado, claro. Por ello, cuando tomamos rumbó hacia el Cañón del Sumidero (apenas 15 minutos después de haber arribado al estado), me mostré un tanto molesta al escuchar hablar a “nuestro guía”… Ramón era su nombre, “pero pueden llamarme Ramón”, dijo bromeando.

  Al comenzar a digerir sus palabras, escupidas bajo ese tono y estilo de expresión característico de un guía turístico, el viaje se vio opacado en mi mente, pensé: ¡Tendré que adaptarme al programa, tendré que seguir el itinerario e ir a los lugares que ellos dicten; y lo peor ¿¡No podré detenerme en donde quiera y cuando quiera a tomar fotografías!? La respuesta era obvia…

  Claro que ¡Un viaje es un viaje! Y que viaje estábamos, valga el pleonasmo, comenzando a iniciar. Por lo que decidí cambiar mi perspectiva sobre lo que estaba por venir. Además, claro, al verme víctima del imponente paisaje que el Cañón del Sumidero proyectaba ante mis pupilas, dicho cambio de perspectiva no pudo ser diferente.

Cañón del Sumidero. Autor Paloma Oseguera.
  El clima no fue muy favorecedor. No cayeron gotas del cielo, pero sí se nubló a tal punto en que sólo algunos rayos del sol alcanzaron a traspasar las grises nubes cagadas de agua.  Al parecer es mejor visitar Chiapas durante el verano, ya que es en esta época del año cuando los colores alcanzan su máximo esplendor. A pesar de ello, el paseo no perdió su encanto y pudimos admirar la imponencia de ésta famosa falla geográfica.

  Algunas horas después nos encontramos sentados degustando el típico cochito de la región en un pintoresco restaurante llamado Jardínes de Chiapa en Chiapa de Corzo. Posteriormente, dimos una pequeña caminata por aquel “ya moderno lugar”, según nos comentó Ramón; y nos dirigimos rumbo a San Cristóbal de las Casas.

  ¿Qué decir de éste pueblo mágico? Después de recorrerlo por un par de horas a bordo del camioncito turístico, y posteriormente caminarlo bajo la lluvia y sobre el empedrado mojado, en el cual se reflejaba la iluminación ámbar de los originales postes de luz; solo puedo decir que no es como lo imaginaba. San Cristóbal ya no es cualquier pueblo, es ahora una pequeña ciudad con ciertos tintes urbanos y modernos, a mi parecer.

  Los chiapanecos tienen apenas ciento diecisiete años de ser mexicanos, el 53% de la población del estado está conformada por indígenas mayas, se hablan nueve lenguas diferentes además del español, existen fuertes diferencias religiosas y no podemos olvidar que  el EZLN pobla sus tierras.

 ¿Entonces, cómo no va  a ser uno de los estados con más conflictos sociales del país? Y ello es lo que lo hace tan interesante. De pronto siento la necesidad de perforar la barrera cultural que me diferencia de ellos, para así descubrir los secretos de este sincretismo oculto que permea en la zona.

Indígenas tzoziles, Chiapa de Corzo. Autor Paloma Oseguera.


  Ahora bien, por su diversidad, Chiapas está dividido en nueve municipios, entre ellos: Tuxtla Gutiérrez, la capital política; los altos de Chiapas; y la zona selvática, la selva Lacandona. Principalmente, el viaje consistió en recorrer las dos últimas zonas, poniendo nuestros pies en varios lugares de la ruta Zapatista, MARCOS (M= Las Margaritas, A= Altamirano, R= Rancho Nuevo, C= Comitán, O= Ocosingo y Oxchuc y S= San Cristóbal).

  En los Altos de Chiapas, la tierra roja pinta el paisaje y contrasta de manera maravillosa con el humo que cubre el cielo durante los meses de abril y mayo, cuando se queman los campos, para así iniciar con una nueva cosecha en los meses de lluvia.  Pero el paisaje cambia radicalmente conforme uno desciende.

  Después de caminar al interior de las húmedas y heladas grutas en Rancho Nuevo (zona de entrenamiento de la Sedena) y de observar el detallado proceso de alfarería en un taller 100% artesanal de mujeres indígenas tzetzales, en Amatenango del Valle (en donde compré un jaguar hermoso); la temperatura de mi cuerpo se elevo y el sudor se incorporó como uno más de los acompañantes del paseo.

Cascada Velo de Novia, Parque Ecológico
El Chflón. Autro Paloma Osguera
  Bajamos a zona tropical, terreno de la caña de azúcar; al Parque Ecológico El Chiflón, en donde la caída de agua de 120 metros de largo, llamada como muchas otras cascadas en el país, Velo de Novia, nos refresco con su rocío después de haber subido escalones por cuarenta minutos consecutivos. Nunca había apreciado agua más cristalina, las artificiales playas de Cancún quedan fuera de competencia con los colores azules de sus aguas del Mar Caribe.

  Horas de camino habían valido la pena hasta ese momento, y las siguientes 108 que quedaban por delante valdrían aún más. Las ruedas de nuestro autobús habían girado llevándonos por tres de la tantas bellezas naturales de Chiapas.

  Nuestro último destino, antes de volvernos a refugiar bajo la luna de San Cristóbal de las Casas, fueron los Lagos de Montebello (o lagunas para algunos). Cada una de ellas con un color propio, el cual varía por múltiples factores como la profundidad y la intensidad del sol. Son cincuenta y nueve de ellas y algunas son compartidas con Guatemala, por lo que tuvimos la oportunidad de saludar a nuestro país vecino desde uno de los extremos de una de las lagunas que separa a ambas naciones. 


Espera la segunda parte...