Primera parte...
Desde que uno baja del avión, un calor especial invade la piel y la humedece; es entonces cundo se tiene el primer contacto con Chiapas, casa a de la ciudad Maya: Palenque.
Hace poco tiempo aprendí que la mejor manera de viajar y penetrar en la cultura de un lugar es por cuenta propia y caminado, claro. Por ello, cuando tomamos rumbó hacia el Cañón del Sumidero (apenas 15 minutos después de haber arribado al estado), me mostré un tanto molesta al escuchar hablar a “nuestro guía”… Ramón era su nombre, “pero pueden llamarme Ramón”, dijo bromeando.
Al comenzar a digerir sus palabras, escupidas bajo ese tono y estilo de expresión característico de un guía turístico, el viaje se vio opacado en mi mente, pensé: ¡Tendré que adaptarme al programa, tendré que seguir el itinerario e ir a los lugares que ellos dicten; y lo peor ¿¡No podré detenerme en donde quiera y cuando quiera a tomar fotografías!? La respuesta era obvia…
Claro que ¡Un viaje es un viaje! Y que viaje estábamos, valga el pleonasmo, comenzando a iniciar. Por lo que decidí cambiar mi perspectiva sobre lo que estaba por venir. Además, claro, al verme víctima del imponente paisaje que el Cañón del Sumidero proyectaba ante mis pupilas, dicho cambio de perspectiva no pudo ser diferente.
Cañón del Sumidero. Autor Paloma Oseguera. |
El clima no fue muy favorecedor. No cayeron gotas del cielo, pero sí se nubló a tal punto en que sólo algunos rayos del sol alcanzaron a traspasar las grises nubes cagadas de agua. Al parecer es mejor visitar Chiapas durante el verano, ya que es en esta época del año cuando los colores alcanzan su máximo esplendor. A pesar de ello, el paseo no perdió su encanto y pudimos admirar la imponencia de ésta famosa falla geográfica.
Algunas horas después nos encontramos sentados degustando el típico cochito de la región en un pintoresco restaurante llamado Jardínes de Chiapa en Chiapa de Corzo. Posteriormente, dimos una pequeña caminata por aquel “ya moderno lugar”, según nos comentó Ramón; y nos dirigimos rumbo a San Cristóbal de las Casas.
¿Qué decir de éste pueblo mágico? Después de recorrerlo por un par de horas a bordo del camioncito turístico, y posteriormente caminarlo bajo la lluvia y sobre el empedrado mojado, en el cual se reflejaba la iluminación ámbar de los originales postes de luz; solo puedo decir que no es como lo imaginaba. San Cristóbal ya no es cualquier pueblo, es ahora una pequeña ciudad con ciertos tintes urbanos y modernos, a mi parecer.
Los chiapanecos tienen apenas ciento diecisiete años de ser mexicanos, el 53% de la población del estado está conformada por indígenas mayas, se hablan nueve lenguas diferentes además del español, existen fuertes diferencias religiosas y no podemos olvidar que el EZLN pobla sus tierras.
¿Entonces, cómo no va a ser uno de los estados con más conflictos sociales del país? Y ello es lo que lo hace tan interesante. De pronto siento la necesidad de perforar la barrera cultural que me diferencia de ellos, para así descubrir los secretos de este sincretismo oculto que permea en la zona.
Indígenas tzoziles, Chiapa de Corzo. Autor Paloma Oseguera. |
Ahora bien, por su diversidad, Chiapas está dividido en nueve municipios, entre ellos: Tuxtla Gutiérrez, la capital política; los altos de Chiapas; y la zona selvática, la selva Lacandona. Principalmente, el viaje consistió en recorrer las dos últimas zonas, poniendo nuestros pies en varios lugares de la ruta Zapatista, MARCOS (M= Las Margaritas, A= Altamirano, R= Rancho Nuevo, C= Comitán, O= Ocosingo y Oxchuc y S= San Cristóbal).
En los Altos de Chiapas, la tierra roja pinta el paisaje y contrasta de manera maravillosa con el humo que cubre el cielo durante los meses de abril y mayo, cuando se queman los campos, para así iniciar con una nueva cosecha en los meses de lluvia. Pero el paisaje cambia radicalmente conforme uno desciende.
Después de caminar al interior de las húmedas y heladas grutas en Rancho Nuevo (zona de entrenamiento de la Sedena) y de observar el detallado proceso de alfarería en un taller 100% artesanal de mujeres indígenas tzetzales, en Amatenango del Valle (en donde compré un jaguar hermoso); la temperatura de mi cuerpo se elevo y el sudor se incorporó como uno más de los acompañantes del paseo.
Cascada Velo de Novia, Parque Ecológico El Chflón. Autro Paloma Osguera |
Bajamos a zona tropical, terreno de la caña de azúcar; al Parque Ecológico El Chiflón, en donde la caída de agua de 120 metros de largo, llamada como muchas otras cascadas en el país, Velo de Novia, nos refresco con su rocío después de haber subido escalones por cuarenta minutos consecutivos. Nunca había apreciado agua más cristalina, las artificiales playas de Cancún quedan fuera de competencia con los colores azules de sus aguas del Mar Caribe.
Horas de camino habían valido la pena hasta ese momento, y las siguientes 108 que quedaban por delante valdrían aún más. Las ruedas de nuestro autobús habían girado llevándonos por tres de la tantas bellezas naturales de Chiapas.
Nuestro último destino, antes de volvernos a refugiar bajo la luna de San Cristóbal de las Casas, fueron los Lagos de Montebello (o lagunas para algunos). Cada una de ellas con un color propio, el cual varía por múltiples factores como la profundidad y la intensidad del sol. Son cincuenta y nueve de ellas y algunas son compartidas con Guatemala, por lo que tuvimos la oportunidad de saludar a nuestro país vecino desde uno de los extremos de una de las lagunas que separa a ambas naciones.
Espera la segunda parte...
Espera la segunda parte...
3 comentarios:
Valga, Chiapas y su multiculturalidad... Lástima de la suciedad del Cañón del Sumidero que comentabas y la poca disposición a reducir costos con el uso del Biodiesel.
Definitivamente México necesita de los estudios culturales para entender un poco más los contrastes que vivimos.
El problema radica en tener gobernantes que pretenden tomar el timón del país sin entender ni un ápice de dichos matices y aspirar con una maestría en Economía entender a través de los números las necesidades humanas... craso error.
Mientras sigamos teniendo tecnócratas en puestos clave para el desarrollo social y cultural del país, seguiremos estancados en números y en soluciones cuantitativas infructíferas.
Chiapas merece mucho más respeto, uno de los tantos bastiones en nuestro país que nos demuestran que México debe procurar esferas que se excluyen en presupuestos e intenciones.
Bien por la redacción y fotografías, en verdad, amenas y contundentes. Felicidades y espero la segunda parte.
MARAVILLOSO ESTADO. SU BELLEZA Y RIQUEZA ES UNICA EN NUESTRO PAÍS, NO TIENE PARANGÓN.
SI PUEDEN, VAYAN; SI NO PUEDEN, SI NO PUEDEN, TAMBIÉN (OJALÁ QUE TODO MEXICANO PUDIERA VISITARLO Y CONOCERLO). COMO SUGERENCIA, SI DECIDEN VISITARLO, SERÍA UNA EXPERIENCIA FANTÁSTICA Y MUY ENRIQUECEDORA PODER QUEDARSE, AL MENOS UNA NOCHE, EN LA RESERVA DE LAKANJA, CONVIVIENDO CON LOS LACANDONES Y HACIENDO CAMINATAS POR LA SELVA (TENDRÁ QUE SER INCLUIDO EN NUESTRO PROXIMOS PLANES DE VIAJE). COOBAL (GRACIAS EN TZOZIL).
Pero que bonito escribes! Me transportaste en mis cinco sentidos a uno de mis lugares favoritos!
Felicidades y gracias por compartir !
Maru Santoyo
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